Paseo por Costa Blanca y Costa Cálida en Otoño.

Hace tiempo que decidimos que las visitas a los sitios eminentemente turísticos de costa, mejor hacerlas fuera de la temporada de verano.

Después del chasco de la costa de Huelva, donde después de la temporada, parece un cementerio, queríamos comprobar la parte más al sur de la capital de Alicante y la Costa Cálida. Anteriormente ya habíamos hecho desde Águilas hacia Almería, por lo que en ésta tocaba completar otra zona desconocida, la parte más al sur de la Costa Blanca y la parte al norte de la Costa Cálida.

Lo que hemos visto es que son zonas donde hay vida durante mucha parte del año y que los pueblos y ciudades tiene bastante turismo de otoño e invierno y eso anima a los bares, restaurantes y tiendas a estar abiertos, lo que es muy utilizado por los locales, pero sobre todo por la infinidad de extranjeros que, como las aves, cambian de aires a la llegada del invierno en sus países.

Hemos estado en pleno noviembre y hemos disfrutado de muy buen tiempo, pero justo cuando nos fuimos empezaron las lluvias torrenciales.

Pobres para los que estaban allí.

Y este viaje va a ser el de las Salinas

España, Portugal y Francia tienen mucha costa, pero salinas no tantas. Se tienen que dar las condiciones apropiadas de aporte de sol, tipo de tierra impermeable, dirección del viento y orografía del terreno, para que zonas tipo marismas, con aporte asegurado de agua de mar, se conviertan en explotaciones salineras y de paso en humedales fundamentales para las migraciones de determinado tipo de aves, entre las que por la vistosidad destaca el flamenco.

Un proceso sencillo…..

El proceso es sencillo, pero en la visitas a los museos nos han enseñado más en detalle cada paso. Por ejemplo, la importancia del primer trasvase desde el agua marina «jóven» a las charcas almacenadoras, después a las charcas de calentamiento ya convertidas en salmuera, que es la que finalmente irá a las charcas de cristalización. Hemos podido ver in situ el proceso de rotura de los cristales, ahora con grandes hojas de las máquinas niveladoras y el proceso de recogida con tractores pala.

Y también ver el proceso final, en el que tras la recogida , se mantiene el suelo perfectamente impermeable, a base de grandes apisonadoras, clave para evitar las filtraciones y que nos explicaban cómo, de no hacerlo, perderían su función. Es más, en unas salinas semiabandonadas hemos visto grandes charcas con abundante hierba y tierra fragmentada por el sol, ya no válida para su función.

Y una vez limpia y acicalada, a rellenarse de nuevo de la salmuera que ha estado esperando en otra charca y a empezar de nuevo el proceso..

¿Hay vida entre tanta sal?

La Naturaleza nos demuestra lo inteligente que es y cómo se adapta a los terrenos más hostiles.

En medio de la salmuera viven varios de los seres especializados en sobrevivir y de paso dar color gracias a los carotenoides. Hay algas como la Dunaliella, que entre otras virtudes son comestibles y son el principal motivo del color rojizo de estas lagunas. Son la base de alimentación de un pequeño crustáceo, artemia, que a su vez se lo comen peces y son los que gracias a la descomposición por el hígado de la cantaxantina, pasa al color rosáceo de las plumas y pico de los flamencos.

Y si miramos el microuniverso de una salina y los salares circundantes, es una de las pocos caso de simbiosis de una explotación humana y la fauna especialmente avícola de los humedales salinos.

Como son las salinas que hemos visitado

De las cinco grandes salinas del mediterráneo español tres están en esta zona :

  • las salinas de Bras del Port-Alicante, en Santa Pola (Alicante)
  • las salinas de Torrevieja, en Torrevieja (Alicante)
  • las salinas de San Pedro del Pinatar (en Murcia)

Las de Santa Pola están ubicadas en la antigua albufera de Elche.

Tienen visitas guiadas y dicen que un buen museo de la Sal y la ventaja que por la propia carretera puedes ver una parte importante de las diferentes balsas.

Las lagunas de Torrevieja y la Mata tienen alimentación artificial desde el mar, y son peculiares por estar divididas en una zona gigantesca de obtención de la salmuera y otra propiamente de balsas de cristalización donde están las salinas. Así también se llaman laguna azul y laguna rosa.

El centro de interpretación tiene una buena vista e inicio de alguno de los paseos y un horario matutino que no pudimos seguir.

Acaban de abrir al turismo, este verano, un trenecito que permite ver los procesos de la sal. La verdad es que si la de turismo nos hubiera explicado lo que ahora sabemos, habríamos esperado a uno de los cinco horarios, pero no nos tentó nada e intentamos verlas recorriendo caminos de los alrededores, con un éxito nulo.

Las salinas de San Pedro del Pinatar (en Murcia), si hubieran sido las primeras, seguro que nos habríamos preocupado de esperar horarios y trenes y museos para ver más en detalle las dos anteriores. Pero al ser las últimas y ser tan abiertas al público, las disfrutamos a tope.

Hicimos el paso de circunvalación, pudimos ver los molinos que antes pasaban el agua del Mar Menor a las balsas, vimos o mejor dicho intuimos donde se situaban las artes de pesca de encañizadas, aprovechando el flujo de desove de los peces en el mar menor y vuelta siendo adultos, avistamos zampullines y flamencos, y vimos los pasos de extracción, almacenamiento de la sal y cuidado de las charcas.

El centro de interpretación es bastante sosito, pero con un video que parece hecho en los sesenta y algunos carteles algo aprendimos.

No somos muy pajareros, pero la siguiente vez que bajemos, nos preocuparemos de tener claro cuando son las migraciones y los principales avistamientos y volveremos a visitar en detalle, esta vez las tres salinas y alrededores.

Y también de ciudades

Como es de esperar de la especulación urbanística, desde la salida de Alicante capital , se van sucediendo abundantes zonas urbanizadas, aprovechando los extensos arenales que hay en la costa. Los Arenales, Gran Alacant son ejemplos de ello.

Santa Pola: Alrededor del castillo hay un centro envejecido. Hay un paseo moderno junto al puerto deportivo y un frente marítimo que da a la Gran Playa, PLaya Lisa y Tamarit, pero que en la práctica es una extensa playa. Nos enamoró la subasta de pescado en la lonja que se hace todas las tardes.

                    

 

 

La Mata y Torrevieja las pasamos por encima, sucesión de ladrillo. En Torrevieja estaba la Semana de la Cuchara, y la programación cultural del último trimestre del año, estaba plagado de actividades. Hay vida además de las Habaneras.

Orihuela se convirtió en uno de los descubrimientos de éste viaje. Una parte no la vimos, que es Orihuela costa, con playas de reconocida fama como la Flamenca, Aguamarina y Mil Palmeras. Pero la zona de interior es un interesante catálogo de monumentos. Le dedicamos casi todo el día. Catedral del Salvador y Santa María y el precioso claustro exento, Palacio episcopal, Museo de la Muralla, y las casas dedicadas a Miguel Hernández, son lo mínimo. Al aire libre está un gran palmeral y los murales del Barrio de San Isidro. Y ya puestos le tienen en mucha estima a un paso de Semana Santa en el que el diablo, es diablesa, ubicado en el Museo Arqueológico.

 

 

En turismo nos enseñaron los pases teatralizados de diferentes tipos.

Buenos restaurantes y bares de tapeo tradicional.

Parking amplio gratuito sin servicios.

Aquí acabamos la parte de Alicante y entramos en Murcia por la puerta grande:

San Pedro de Pinatar ha sido otro agradable descubrimiento. Es un tranquilo y luminoso pueblo de costa con la peculiaridad que el centro está alejado tanto de la costa como de las salinas. Ya hemos dicho antes que el Parque y sus salinas fueron muy gratificantes.

 

 

La zona de las playas (de la Puntica, de Villananitos) se veían tranquilas y agradables.

El centro estaba un poco en proceso de reforma, pero se notaba buen vivir.

En Murcia el caldero y las raciones de mar y huerta son obligatorios. Coincidimos con alguien que conocía bien y os apuntamos su selección.

Calderos: Hogar del Pescador, Los molinos y los Caracoles. Optamos por el Hogar del pescador, y estuvo excepcional.

Raciones/Picoteo: Domingos el portugués, Casino/el parras, Aquilino. El Domingos fué nuestra selección.

El ejercicio físico y el gastronómico nos dejó en línea para dormir en el área que está entre los dos mares…., cerca del puerto.

En San Javier y Los Alcázares no tuvimos la misma sensación, por lo que seguimos hasta Cabo de Palos. La pernocta se hace en el parking del Faro, cualquier otra zona peligrosa por multas. Nos quedamos en el muelle, y nos invitaron rápidamente, papel de instrucciones en la mano, a irnos al faro.

 

 

Esta zona estaba muerta, y no digamos la propia Manga. La hicimos de noche y paseamos por esa única carretera con hoteles y apartamentos derecha e izquierda, con luces fantasmales y casi nadie en ninguna parte a las siete de la tarde. Me imagino que en verano es justo lo contrario, hacinamiento y colas….

Olvidable.

Nos habíamos prometido hacer solo costa (Orihuela fue la excepción), por lo que dejamos sin ver la zona minera de la Unión y su renombre flamenco.

Fuimos al centro de interpretación del Parque Regional de Calblanque Monte de las Cenizas y Peña del Águila. Hay varios senderos diferentes, desde dos Parkings, uno el de Cobaticas donde está el centro de interpretación, y el otro el de Portman.

Hicimos una parte de la GR 92, que por este parque hace un recorrido lineal de 20 KM. Desde Cobatica, Mirador de Playa Larga, Playa de las Cañas Salinas del Rasall Duna Fósil y playa de Calblanque. Un entorno semidesértico más propio de Marruecos. Y la duna Fósil, curiosa, parece que te vas a hundir, pero es dura como la roca. Dejamos el resto para una posterior visita a la zona.

Cartagena:

Nunca sabes que parte es el recuerdo o que parte es la realidad, pero la sensación que tuvimos al volver a Cartagena es de limpieza y luminosidad. Y de peatonalización del centro. Tuvimos la suerte de encontrarnos con un mercado medieval, y aún cuando son casi idénticos a cualquiera de los muchos vistos en Valmaseda, Haro, Logroño, Gijon…., generan buen ambiente en el casco viejo. Probamos el asiático, un café con leche condensada, ron y Licor 43, capita de espuma y canela, propio de la república independiente de Cartagena.

 

De la parte cultural, las visitas son bastante caras y tienes un bono para ver varias de ellas. Hay cuatro monumentos romanos,el castillo de la Concepción, el fuerte de Navidad y el refugio de la Guerra Civil. Y dado el origen de Cartagena, optamos por el museo de la Muralla Púnica. Espectacular y novedoso.

La parte del Arsenal Militar y Navantia queda muy escondida, pero tuvimos la suerte o desgracia de ver uno de los veleros más grandes del mundo capricho de un multimillonetis ruso.

Después y por una carretera bastante mala nos embarcamos en el camino a Cabo Tiñoso y las Baterías de los Castillitos y nunca mejor elegido el nombre. Las edificaciones anexas, parecían de cartón piedra y contrastaba con la enormidad de las baterías costa.

Mazarrón: Otro pueblo agradable. Un mercadillo gigante, Fruta en abundancia y a precios ridículos. Si tienes suerte de que estén abiertos, la Factoría Romana de Salazones y el barco fenicio o la réplica y fotos que se puedan ver. Una serie de pequeñas playas con los cabezos como separadores e islas entremedio. Todo muy reposado, casas bajas, blancura. Divertido y agradable. Dormimos en una de las avenidas antes de llegar a Mazarrón centro, ya que en las de después vimos restricciones de pernoctar.

Enseguida se llega a uno de los puntos más visitados, las Erosiones o Gredas de Bolnuevo, arcillas gastadas por el viento y de caprichosas formas.

Si sigues adelante nos sorprendió una carretera de segunda o tercera regional, que llevaba a algunos chalets, pero que nos permitió llegar hasta Playa Cueva de Lobos y Playa Amarilla. Unos parajes solitarios y dados pastar. Pero ese día no tenía el espíritu boy scout y no seguimos por la pista hasta Playa de la Grúa y Cala Desnuda.

Una vez pasado Mazarrón, se empiezan a ver los desagradables invernaderos tomateros. Y lo malo es que en parte del Parque Natural del Cabo Cope y Puntas de Calnegre también están. De todas formas la parte de costa es una parte muy desértica y árida. Y que gracias al agua se puede llegar a convertir en vergeles. Desde el pueblo de Puntas de Calnegre intentamos llegar a las playas de la Punta del Siscal y alrededores y no lo vimos claro, así que nos contentamos con ver en detalle Cabo Cope y Calabardina. En estas fechas casi todo en letargo.

Ya nos apretaban las prisas por lo que Águila fue un suspiro ( y como ya lo contamos en el viaje anterior hacia el Cabo de Gata, no me repito) e hicimos la vuelta a Portugalete.

Idas y vueltas…

La bajada la hicimos parando a dormir en Tudela, área triste pero muy útil, en Daroca por capricho y para hacer una visitilla rápida y un picoteo. Por nostalgia nos desviamos a Albarracín, y ahí dedicamos algo más de tiempo haciendo un recorrido gracioso que rodea todo el pueblo siguiendo un meandro del río.

En la subida paramos en Segorbe , con un centro de Interpretación de su fiesta que es la Entrada de Toros y Caballos, cuando menos peculiar.

Y dormimos en Teruel disfrutando de las torres mudéjares, y durmiendo cerca del centro.

Ahora ya tenemos en cartera dos viajes completamente diferentes, uno con Kapu y navideño, por Burdeos, Bayona y San Juan de Luz. Y el otro en avión a Ouarzazate para ver los valles del sur de Marruecos.

Ya os informaremos…

Lo dicho, los viajes nuestra forma de vida.

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