UN VIAJE DESEADO Y RETRASADO POR EL BITXO
No entramos en la discusión de si ya tenemos mucho para ver en España y no hace falta salir fuera. Pero llevábamos mucho tiempo viajando dentro de la Península Ibérica. Y hacían ganas. Viajar en sí, es la excusa para intentar conocer y conocerte mejor. Y cambiar de idiomas es un reto adicional, soltando más adrenalina en el viaje.
Como además nos gusta Italia, queríamos hacer viaje de microturismo. Mucho tiempo para pocos kilometros. Los preparativos de búsqueda se centraron en dos valles muy conocidos, el de Chianti y el de Orchia. ¡Pura Toscana!.
En la imaginación teníamos todos los tópicos posibles: sol, campos de trigo y cebada, colinas, pueblos en las colinas, cipreses no mortuorios, vides, cigarras y mucho sol y calor.

El peso de las películas y las lecturas relacionadas con éste pedazo de sueño, me despistaron los suficiente como para no acordarme que el viaje lo empezábamos celebrando la Nochevieja en Jaca.
No es queja, ya que hemos tenido la infinita suerte de tener 29 de 31 días de sol. Un sol brillante que ha dejado algunas fotos sorprendentes del cielo de Enero. Pero no calentaba lo suficiente para quitar la capa de hielo de Kapu hasta bien pasada el mediodía. Y oscurecía muy pronto.
En la práctica, alicientes para ver una Toscana sin turismo, sin cigarras, sin calor y con otro color. Y a pesar de todo, se me han acabado los adjetivos. Es difícil de entender que, sin gente, con muchos comercios y por supuesto bares y restaurantes, museos y oficinas de turismo cerrados hasta al menos semana Santa, hayamos seguido disfrutando de unas zonas que están, sin dudarlo, entre las más bellas que conocemos.

Difícil también ser capaces de trasladaros tantas sensaciones sin caer en los mismos adjetivos. Se intentará.
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