Y seguimos estando en el monte.
Hoy es el segundo día del primitivo. Y el decimocuarto del viaje en pareja o casi.
Otro día en el que el paisaje es espectacular, los caminos son montaraces, y el entorno es rural.
Estamos todo el rato bordeando a media altura valles, por lo que no acabamos de tener vistas generales.
Horreos gigantescos, que no solo tienen su función, sino que cubren estancias usadas como porquerízas o almacén.
Y que sobresalen del caserío.
Vamos pasando por pequeñas aldeas disfrutando el camino y llegamos a Salas.
Un pueblo pequeño y encantador. Todos los servicios, así que en Alimerka o Dia compra y mucha historia lejana y cercana.
A apuntar en la lista.
Desde Salas toca subir y subir y subir.
Hay una parte que es bajo bosque y suave, otra bajo bosque y jodida y luego a peor, más cuesta y bajo solana.
Al final de una de las cuestas bajo bosque pásame un polaco a la carrera con mochila grande. Ni le había oído.
Al final de otra, no se cómo, me lo encuentro detrás. Me imagino que estaría haciendo algo más productivo que esperarme. Y no sé aún porqué intento socializar. Va con Rosario. Polaco. Son bastante extremistas en cuanto al camino cristiano.
Le hablo, me comenta pero sigue escopeteado. Mi inglés sin respirar es incluso más ininteligible que el normal. Èl sigue subiendo. Y finalmente corte de mangas y ya nos veremos en el albergue.
Pero el neardental que llevo dentro no se le ocurre otra cosa que mirar atrás por si hay alguien que discute el podium.
Así que entre jadeos, cabreos, sol y sudores llegó a Bodenaya.
Y lo que me espera.
El albergue de Bodenaya
Ocupa lo que podría ser las cuadras. Tiene hórreo donde duerme el hospitalero.
La decoración es sorprendentemente elegantes sin estridencias. Tiene detalles como los apliques de luz vintage o las piedras del cuarto de baño con poderío económico y paredes suavemente enlucidas en diferentes colores. Relajante, sobria y amigable.
Además está casi como un lienzo en blanco, en el que los peregrinos van completando los espacios. Cada uno pone lo que le determina su pasión. Y así vemos desde rosarios, crucifijos, mandalas, sánscrito, notas de todo tipo, banderas de equipos de tercera regional y todo en una placentero agnosticismo superficial, que a veces no es entendido por los que consideran que el Camino es patrimonio de la cristiandad.
¡Allá ellos!
Las camas están arriba, en cuartos espaciosos pintados de forma diferente y con buen aprovechamiento del espacio sin agobiar.
Y este es la caperuza de nuestro personaje.
El personaje
David es su nombre. Es su tercer año, pero apunta maneras de convertirse en otro personaje célebre del Camino.
Ex Unilever, y eso marca, al que el cierre intempestivo de Aranjuez le hizo replantearse muchas cosas y como animales que no aprendemos, después de varios ciclos de acierto y error, quizás predestinado por una experiencia anterior, se hace cargo, invierte, en Bodenaya. El pasado se convierte en presente. Hablar de futuro es muy improcedente.
Su filosofía, si se puede llamar así, es tremendamente sencilla.
Él vive en esta casa. Quiénes entran son su familia. Y así se deben comportar. La cena comunitaria para compartir y el desayuno lo que se pueda.
El dinero no existe hablado, pero hay está la caja para que ayudes mantener estos sueños.
El Camino fue duro, y los hospitales eran algo más que camas. Y de eso se trata cuando lo explica siete veces mientras estoy yo leyendo, con la misma ilusión que la primera vez, tras ya miles de veces de explicarlo.
Y se encarga de que cada uno de nosotros se sienta el preferido del anfitrión. Y no deja a nadie atrás cualquiera que sea la respuesta.
Su apariencia es como Santi Millán de Siete Vidas ( yo también hice BUP ) vestido de Custo.
Conmigo tuvo más relación ya que inevitablemente tener el mismo jefe (en Unilever) une mucho.
Es además como un osito de Mimousin que ofrece achuchones gratuitos a la mínima de cambio. Sin distinción de sexos.
El Reparto
Un albergue no es nada sin sus peregrinos.
Y como en las pelis o los libros, solo estos momentos o si coincidimos en el andar te permiten salir de las primeras impresiones.
Hemos coincidido bastantes del primer día, pero hay nuevos sobre todo italianos que necesitaré más albergues para poder ubicarlos individualmente y no como grupo.
En la cena comunitaria nos juntamos daneses, italianos, suizos, franceses, polacos ( ya es la cuarta vez que les vemos), y varios españoles de diferentes autonomías.
El cabrito de David, utiliza los típicos métodos de las reuniones de Unilever y lanza con sonrisa que cada uno se presente y que diga la razón de su camino.
A mi siempre me han abrumado estos desnudos emocionales que son mucho más difíciles que los físicos.
Pero siempre hay gente dispuesta a soltarse.
La pareja polaca nos cuentan que viven muy lejos uno de otro y que junto a Dios quieren ver que cambio hacen de sus vidas.
La menorquina está a la búsqueda de algo en su interior.
Gisella, que ya no Barbie, quiere quitarse el odio a sus padres ahora que quiere ser mamá.
Y así uno detrás de otro subiendo el nivel dramático.
Sin quererlo pongo el tono cómico que baja la tensión.
Explico que el primer camino fue de familia, el segundo sólo, de promesa después de dejar el trabajo y el tercero de pareja. Pero que en Oviedo Ana se tuvo que ir, y como recordatorio llevo en la mochila la concha de mi mujer.
Mientras lo iba diciendo ya veía el cachondeo así que lo termine diciendo que no en el sentido argentino del término.
Pero al final fue un día memorable y somos conscientes que será difícil volver a tener otro entorno y situación tan agradable.
Aprovechamos la experiencia de David para planificar los siguientes días con un poco más de ciencia.
La cena es Vegana. Hay mucho vegetarianos de diferentes tipos, yogis y gente de mal vivir. Afortunadamente el vino peleón no está en contradicción y comiendo un cocido sopa de ajo y una ensalada pasta, preparamos un suelo reparador.
Un lujo de día.