Hospitales
Y por fin llegó la prueba.
Mañana nublada y de calor.
Sin mucho respeto por los que se quedan durmiendo unos diez o doce nos preparamos para subir.
De forma natural hay un grupo formado por Ruth y su perro pastor alemán Tiryon, Teresa y su gran mochila,David y Fran unos adolescentes alicantinos que hemos coincidido en algún albergue. Los tres que no sabemos de dónde son por ahí andan y la danesa y las polacas se toman con tranquilidad el desayuno.
Subida entre niebla fuerte, húmeda pero que deja ver los mojones.
Primer tema claro. Las señales están en abundancia. Me imagino que como prevención.
Es difícil despistarse.
Cuesta permanente pero dos repechos muy fuertes.
Durante el camino Tiryon me hace compañía. Es curioso eso de pasear con perro.
Al final de la tercera cuesta y dos horas y media desde la salida, estábamos en el mojón que marcaba un punto alto. Y lleno de rosarios y marcas.
Y la niebla desapareció y pudimos ver el mar de nubes y los montes lejanos. Dicen que se puede ver el mar. No estamos seguros de ellos.
Nos sentimos supermanes o wonderwomans.
Y el grupo de cinco lo hemos conseguido.
Subidón de adrenalina. Vemos los restos de hospitales que dan nombre a la ruta, que dicen es la original.
Y ahora ¿qué?.
Pues a continuar cresteando, por cierto casi siempre en falso llano de subida.
Un largo rato, metido entre nieblas ya que las nubes siguen subiendo y corre un viento estraño, que junto a la niebla nos dibuja curiosas vistas.
Por fin vemos el puerto de Palo. Bajamos y saco fotos mas menos con la misma vista de las que sacamos cuando estaba nevado y yo de pena por haber abandonado el camino de vuelta.
Y aquí comienza el marrón.
El viento y las nubes han desaparecido. El sol está vertical, casi no hace sombra.
Piedras sueltas polvo y bocanada de calor del valle de pinos por el que tenemos que bajar.
Me pongo rodillera, la rodilla se ha quejado al ver la pendiente de bajada.
El agua, dos litros y medio, sabiamente administrados para Hospitales se demuestra escasa para el calor de ahora.
Tras la bajada criminal siguen subidas y bajadas fuertes entre arboles, pero sin sombra.
Hasta Lago son solo cinco kilómetros, pero llego derrotado. Casi ni veo el tejido singular de Lago.
Y quiero tumbarme y que algún gentil peregrino me lleve a caballito.
Ninguno se presenta voluntario, pero me dicen la palabra mágica.
Al final de este pueblo a una cuesta pegado, hay un bar.
Serafín de nombre y en todo el monte conocido por sus cervezas heladas.
Y es verdad.
Reposo, relleno de agua y a por los 3,5 kilómetros que quedan hasta Berducedo.
De los tres, el riojano, de más 68 años, es el hablador y el experto en caminos. Algo hemos podido hablar durante la bajada. Tiene mejores rodillas que las mías.
El camino que va por Pola y el de Hospitales de juntan en puerto de Palo.
Y el primer pueblo con Albergues es Berducedo. Es un pueblo bonito, con cierta vida a la que el camino le ha dado mucho juego.
Ahora mismo son cuatro los albergues, ya que por la dureza del recorrido, caemos de forma natural. Hace solo dos años solo había dos albergues.
Pero aún cuando me tienta quitarme la mochila opto por el lana original de ir a La Mesa.
Albergue en colegio rural en un pueblo perdido de la mano de Dios, con catorce habitantes y bajando.
Son más de cuatro kilómetros que se hacen eternos. El calor sigue siendo inmisericorde y casi todo va sobre asfalto.
Llego y abro el albergue para mi solito.
Ducha, toalla a la sombra y lectura.
Se me olvidan hasta los estiramientos.
Conchita
Pero también hay final feliz.
Conchita esta en varios de los comentarios.
Apiadada de los peregrinos, les da cenas bebida y desayunos por la voluntad.
Y cuando después de un poco de relajo nos juntamos cuatro en el albergue, los dos adolescentes, que me confirma que las chicas se han quedado agotadas en Berducedo, y uno de Plasencia en bici, nos fuimos a cenar a la casa de Conchita.
En su mesa al final estábamos nosotros cuatro, la hija, el marido y un trabajador y de la forma más natural, incluida la televisión como sonsonete fuimos cenando sopa de ajo y lacón con cachelos, arroz con leche y orujo casero.
Regado con agua, sidra y vino.
Nos saco arándanos de su plantación, que dijeron que les daba más dinero que todas las vacas juntas.
Fue divertido.
Le pedimos para el desayuno, ya que nos íbamos a levantar muy temprano y nos saco leche de sus vacas, más de cuarenta ahora, y bizcocho.
El año que viene ya habrán abierto un mesón con albergue.
Igual consiguen hacer un poco de competencia a Berducedo.
Como estábamos todos agotados, al sobre.
Los adolescentes quieren hacer la machada de irse hasta Fonsagrada. Más menos cuarenta kilómetros. Con el puerto el Acebo por medio.
Y reconozco que algo me tienta. Pero el riesgo es que acabe quemado.
Lo consultaré con la almohada.